El día más trágico para la población de Virginia
E.BORREGO
Sin duda, la peor mañana que vivieron los habitantes de la tranquila y apacible ciudad de Virginia fue la del 22 de agosto de 1831. Se sembró el pánico entre ellos cuando, al amanecer encontraron los cadáveres desperdigados de algunos de sus vecinos. Pero lo peor había ocurrido la noche anterior…
Después de que el líder de la insurrección contra la esclavitud, Nat Turner, asesinara a su dueño y a la familia de éste junto con un grupo de 6 hombres más, proclamó el inicio de una rebelión de todos los esclavos contra los propietarios de las plantaciones en las que trabajaban. Un numeroso grupo de más de 50 hombres negros de las fincas cercanas se fueron uniendo a su revuelta. Bajo la orden de “matar a todos los blancos”, sin importar si eran hombres, mujeres o niños, comenzó una sangrienta masacre.
El grupo de rebeldes iba extremadamente armado, pero no con armas de fuego, que llamarían la atención, sino con todo tipo de armas blancas como puñales, hachas y machetes. Para tal exterminio, emplearon el método de llegar por sorpresa, a todo galope, y acabar con todos los dueños de esclavos que encontraban a su paso. A lo largo de su recorrido fueron acumulando más reclutas, caballos y espadas. El ejército de esclavos fue descrito así en una carta:
“Traían un estandarte con una cruz roja sobre un fondo blanco. Los pobres diablos tenían una especie de gorras rojas o una cinta roja en el sombrero”.
En el transcurso de la madrugada, el grupo fue creciendo de manera desmesurada, llegando a alcanzar la cifra de 80 combatientes. Nat Turner, decidió separarlos en dos grupos: uno, más minoritario, formado por cerca de 15 hombres, los más decididos; y un segundo, constituido por el resto de insurrectos. Él, concretamente, iba al final de este segundo grupo. Su tarea: llegar rápidamente, en cuanto tomaban una finca, a hablar con los nuevos reclutas acerca de la rebelión y planear la próxima operación.
Al cabo de la noche, fueron asesinadas un total de 55 personas de raza blanca, entre las cuales hubo ancianos y niños. Solo se salvaron un niño, que logró esconderse dentro de la chimenea, y una familia de blancos pobres que, aunque eran dueños de esclavos, para Turner ellos “eran gente de abajo, igual que nosotros”.
Fue al amanecer cuando, al descubrir los cadáveres, se sembró el pánico entre la población de Virginia. Los propietarios abandonaron a toda prisa sus fincas, muchas de ellas en manos de los esclavos, y empezaron a organizar grupos armados.
El declive de la revuelta
Nat Turner, el líder de la rebelión, mandó a un grupo de insurrectos a una finca cercana en busca de más reclutas antes de avanzar hasta la ciudad de Jerusalén para tomarla. Allí, un grupo de 18 blancos abrió fuego contra ellos. Turner llegó a tiempo y dispersó a aquellos hombres. No obstante, al perseguirlos, él y su ejército se toparon con la milicia. Un sangriento enfrentamiento dejó vivos tan solo a 20 rebeldes. Ante tal revés, volvieron en busca de más reclutas.
Durante la noche del 23 de agosto, se sumaron a ellos 20 nuevos insurrectos. A pesar de contar con 40, ya habían perdido la ventaja del factor sorpresa. Además, grandes destacamentos de las Fuerzas Armadas estaban llegando a Jerusalén, por lo que les era imposible capturar la ciudad, tal y como tenían planeado. Al día siguiente, se produjeron nuevos enfrentamientos, pero las fuerzas de Nat Turner ya se encontraban prácticamente agotadas. Las municiones se les acabaron y empezaron a cargar sus armas de fuego con gravilla. Turner logró escapar y, con la esperanza de que se volvieran a reunir allí, regresó a Cabin Pond. Pero no llegó nadie. Semejante panorama le condujo a cavar un hoyo debajo de una pila de tablones para esconderse.
Dura represión y nuevas leyes
Las autoridades lanzaron una dura represión que duró varias semanas. Pero, aunque todos los insurrectos fueron ejecutados, el temor a un nuevo ataque por parte de los esclavos seguía presente, ya que aún no habían capturado a Nat Turner. Así, el miedo se fue adueñando de toda la población blanca de la región. Fue tal el pánico que lincharon indiscriminadamente a numerosos esclavos negros, llegando incluso a torturar a algunos con el fin de sacarles información acerca de futuras revueltas. Pero el levantamiento de la población esclava de color no trajo consigo solo muerte, también se recrudecieron las leyes de control sobre los esclavos y contra el movimiento abolicionista, que fue obligado a replegarse hacia el norte, ante la creciente presión secesionista del sur esclavista. Se llegó incluso a ofrecer una recompensa de 500 dólares por secuestrare al dirigente abolicionista William Lloyd Garrison, y llevarlo al estado de Georgia, donde sería juzgado y ejecutado.
El final de Nat Turner
Finalmente, tras dos meses en la clandestinidad, el 30 de octubre, Nat Turner se rindió en Cross Keys. En Jerusalén fue condenado a la horca y murió el 5 de noviembre.
A pesar de que la rebelión iniciada por Nat Turner fue derrotada, su impacto fue enorme. Demostró a millones de personas del norte y del sur de los Estados Unidos que los esclavos no estaban conformes y luchaban contra la explotación a la que estaban sometidos. Fue, 30 años más tarde, cuando una cruenta guerra civil abolió la esclavitud mediante el uso de las armas.
Sin duda, la peor mañana que vivieron los habitantes de la tranquila y apacible ciudad de Virginia fue la del 22 de agosto de 1831. Se sembró el pánico entre ellos cuando, al amanecer encontraron los cadáveres desperdigados de algunos de sus vecinos. Pero lo peor había ocurrido la noche anterior…
Después de que el líder de la insurrección contra la esclavitud, Nat Turner, asesinara a su dueño y a la familia de éste junto con un grupo de 6 hombres más, proclamó el inicio de una rebelión de todos los esclavos contra los propietarios de las plantaciones en las que trabajaban. Un numeroso grupo de más de 50 hombres negros de las fincas cercanas se fueron uniendo a su revuelta. Bajo la orden de “matar a todos los blancos”, sin importar si eran hombres, mujeres o niños, comenzó una sangrienta masacre.
El grupo de rebeldes iba extremadamente armado, pero no con armas de fuego, que llamarían la atención, sino con todo tipo de armas blancas como puñales, hachas y machetes. Para tal exterminio, emplearon el método de llegar por sorpresa, a todo galope, y acabar con todos los dueños de esclavos que encontraban a su paso. A lo largo de su recorrido fueron acumulando más reclutas, caballos y espadas. El ejército de esclavos fue descrito así en una carta:
“Traían un estandarte con una cruz roja sobre un fondo blanco. Los pobres diablos tenían una especie de gorras rojas o una cinta roja en el sombrero”.
En el transcurso de la madrugada, el grupo fue creciendo de manera desmesurada, llegando a alcanzar la cifra de 80 combatientes. Nat Turner, decidió separarlos en dos grupos: uno, más minoritario, formado por cerca de 15 hombres, los más decididos; y un segundo, constituido por el resto de insurrectos. Él, concretamente, iba al final de este segundo grupo. Su tarea: llegar rápidamente, en cuanto tomaban una finca, a hablar con los nuevos reclutas acerca de la rebelión y planear la próxima operación.
Al cabo de la noche, fueron asesinadas un total de 55 personas de raza blanca, entre las cuales hubo ancianos y niños. Solo se salvaron un niño, que logró esconderse dentro de la chimenea, y una familia de blancos pobres que, aunque eran dueños de esclavos, para Turner ellos “eran gente de abajo, igual que nosotros”.
Fue al amanecer cuando, al descubrir los cadáveres, se sembró el pánico entre la población de Virginia. Los propietarios abandonaron a toda prisa sus fincas, muchas de ellas en manos de los esclavos, y empezaron a organizar grupos armados.
El declive de la revuelta
Nat Turner, el líder de la rebelión, mandó a un grupo de insurrectos a una finca cercana en busca de más reclutas antes de avanzar hasta la ciudad de Jerusalén para tomarla. Allí, un grupo de 18 blancos abrió fuego contra ellos. Turner llegó a tiempo y dispersó a aquellos hombres. No obstante, al perseguirlos, él y su ejército se toparon con la milicia. Un sangriento enfrentamiento dejó vivos tan solo a 20 rebeldes. Ante tal revés, volvieron en busca de más reclutas.
Durante la noche del 23 de agosto, se sumaron a ellos 20 nuevos insurrectos. A pesar de contar con 40, ya habían perdido la ventaja del factor sorpresa. Además, grandes destacamentos de las Fuerzas Armadas estaban llegando a Jerusalén, por lo que les era imposible capturar la ciudad, tal y como tenían planeado. Al día siguiente, se produjeron nuevos enfrentamientos, pero las fuerzas de Nat Turner ya se encontraban prácticamente agotadas. Las municiones se les acabaron y empezaron a cargar sus armas de fuego con gravilla. Turner logró escapar y, con la esperanza de que se volvieran a reunir allí, regresó a Cabin Pond. Pero no llegó nadie. Semejante panorama le condujo a cavar un hoyo debajo de una pila de tablones para esconderse.
Dura represión y nuevas leyes
Las autoridades lanzaron una dura represión que duró varias semanas. Pero, aunque todos los insurrectos fueron ejecutados, el temor a un nuevo ataque por parte de los esclavos seguía presente, ya que aún no habían capturado a Nat Turner. Así, el miedo se fue adueñando de toda la población blanca de la región. Fue tal el pánico que lincharon indiscriminadamente a numerosos esclavos negros, llegando incluso a torturar a algunos con el fin de sacarles información acerca de futuras revueltas. Pero el levantamiento de la población esclava de color no trajo consigo solo muerte, también se recrudecieron las leyes de control sobre los esclavos y contra el movimiento abolicionista, que fue obligado a replegarse hacia el norte, ante la creciente presión secesionista del sur esclavista. Se llegó incluso a ofrecer una recompensa de 500 dólares por secuestrare al dirigente abolicionista William Lloyd Garrison, y llevarlo al estado de Georgia, donde sería juzgado y ejecutado.
El final de Nat Turner
Finalmente, tras dos meses en la clandestinidad, el 30 de octubre, Nat Turner se rindió en Cross Keys. En Jerusalén fue condenado a la horca y murió el 5 de noviembre.
A pesar de que la rebelión iniciada por Nat Turner fue derrotada, su impacto fue enorme. Demostró a millones de personas del norte y del sur de los Estados Unidos que los esclavos no estaban conformes y luchaban contra la explotación a la que estaban sometidos. Fue, 30 años más tarde, cuando una cruenta guerra civil abolió la esclavitud mediante el uso de las armas.