Nat Turner, el líder de la mayor insurrección de esclavos
E.BORREGO
Nat Turner nació en Virgina en el año 1.800. Su madre era una africana que odiaba de tal manera la esclavitud que, dicen, a punto estuvo de matar a su hijo para que no creciera bajo ese yugo. Finalmente, esto no ocurrió así y creció en la finca de Joseph Travis, para la que trabajaba su madre.
Nat, ya desde niño, se caracterizó por su gran talento. Aprendió a leer por su cuenta y experimentó cómo hacer pólvora. En concreto, de él llamaba la atención su creciente capacidad de convocatoria, tanto es así que, a pesar de su corta edad, algunos esclavos le pedían ayuda para trazar sus planes secretos.
Algunos años más tarde, ya en su juventud, dominado por un gran fervor religioso y bajo la creencia de que estaba llamado a una gran misión, dedicó su vida a la meditación. Solía tener visiones, las cuales él interpretaba como llamadas divinas para dirigir a la población esclava de Estados Unidos en una guerra por la libertad. A la edad de 21 años escapó de la plantación en la que trabajaba, pero regresó al poco tiempo aduciendo que había tenido otra visión en la que se le decía que recibiría una señal para el momento de “aniquilar a mis enemigos con sus propias armas”. Tales circunstancias, sumadas además al carisma que irradiaba entre los esclavos, hizo que todos aquellos que le conocían lo comenzaran a llamar “El profeta”. Así describió una visión que tuvo en 1828:
“Oí un gran ruido en los cielos. El Espíritu Santo se me apareció y me dijo que la Serpiente andaba suelta, que Cristo había dejado el yugo de los pecados del hombre, y que yo debía asumirlo y combatir la Serpiente, porque se avecina la hora en que los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros”.
Así pues, su vida la pasó viajando y predicando, ya que quería identificar a posibles reclutas y familiarizarse con los caminos. Su grupo –formado por entonces por cuatro hombres más: Henry Porter, Hark Travis, Nelson Williams y Samuel Francis– conoció a multitud de esclavos de las pequeñas fincas de Southampton, donde cada una tenía de tres a cuatro esclavos.
El 13 de agosto de 1831, vio un eclipse solar. Decidió que ese puntito negro que atravesaba el Sol era la señal divina que le indicaba que era la hora de luchar. Reunió a sus 4 compañeros de más confianza, a los que se unieron dos reclutas más el 21 de agosto cerca de Cabin Pond, en el distrito de Cross Keys de Southampton. Alrededor de las 10 de la noche, asaltaron la casa del dueño de la plantación de Virginia para la que trabajaba, asesinaron a éste, Joseph Travis, y a toda su familia. Después de este suceso, Nat Turner proclamó el inicio de una rebelión general.
A ellos, tal y como en un principio habían pensado, se fueron uniendo otros rebeldes procedentes de las plantaciones vecinas, y en poco tiempo llegó a liderar un grupo de más de 50 hombres entre esclavos y negros libres, con la particularidad de que la mayoría de ellos poseían caballos. Así, quedó constituido un grupo que tenía pleno optimismo y confianza en la victoria. Finalmente, una tropa de milicianos y voluntarios blancos masacró a los rebeldes. Nat Turner permaneció escondido durante seis semanas. Cuando fue localizado, le apresaron y le condujeron hasta Jerusalén. Allí, aunque él se declaró inocente, pues no se consideraba culpable de nada, fue condenado por insurrección y murió finalmente en la horca el 5 de noviembre.
Nat Turner nació en Virgina en el año 1.800. Su madre era una africana que odiaba de tal manera la esclavitud que, dicen, a punto estuvo de matar a su hijo para que no creciera bajo ese yugo. Finalmente, esto no ocurrió así y creció en la finca de Joseph Travis, para la que trabajaba su madre.
Nat, ya desde niño, se caracterizó por su gran talento. Aprendió a leer por su cuenta y experimentó cómo hacer pólvora. En concreto, de él llamaba la atención su creciente capacidad de convocatoria, tanto es así que, a pesar de su corta edad, algunos esclavos le pedían ayuda para trazar sus planes secretos.
Algunos años más tarde, ya en su juventud, dominado por un gran fervor religioso y bajo la creencia de que estaba llamado a una gran misión, dedicó su vida a la meditación. Solía tener visiones, las cuales él interpretaba como llamadas divinas para dirigir a la población esclava de Estados Unidos en una guerra por la libertad. A la edad de 21 años escapó de la plantación en la que trabajaba, pero regresó al poco tiempo aduciendo que había tenido otra visión en la que se le decía que recibiría una señal para el momento de “aniquilar a mis enemigos con sus propias armas”. Tales circunstancias, sumadas además al carisma que irradiaba entre los esclavos, hizo que todos aquellos que le conocían lo comenzaran a llamar “El profeta”. Así describió una visión que tuvo en 1828:
“Oí un gran ruido en los cielos. El Espíritu Santo se me apareció y me dijo que la Serpiente andaba suelta, que Cristo había dejado el yugo de los pecados del hombre, y que yo debía asumirlo y combatir la Serpiente, porque se avecina la hora en que los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros”.
Así pues, su vida la pasó viajando y predicando, ya que quería identificar a posibles reclutas y familiarizarse con los caminos. Su grupo –formado por entonces por cuatro hombres más: Henry Porter, Hark Travis, Nelson Williams y Samuel Francis– conoció a multitud de esclavos de las pequeñas fincas de Southampton, donde cada una tenía de tres a cuatro esclavos.
El 13 de agosto de 1831, vio un eclipse solar. Decidió que ese puntito negro que atravesaba el Sol era la señal divina que le indicaba que era la hora de luchar. Reunió a sus 4 compañeros de más confianza, a los que se unieron dos reclutas más el 21 de agosto cerca de Cabin Pond, en el distrito de Cross Keys de Southampton. Alrededor de las 10 de la noche, asaltaron la casa del dueño de la plantación de Virginia para la que trabajaba, asesinaron a éste, Joseph Travis, y a toda su familia. Después de este suceso, Nat Turner proclamó el inicio de una rebelión general.
A ellos, tal y como en un principio habían pensado, se fueron uniendo otros rebeldes procedentes de las plantaciones vecinas, y en poco tiempo llegó a liderar un grupo de más de 50 hombres entre esclavos y negros libres, con la particularidad de que la mayoría de ellos poseían caballos. Así, quedó constituido un grupo que tenía pleno optimismo y confianza en la victoria. Finalmente, una tropa de milicianos y voluntarios blancos masacró a los rebeldes. Nat Turner permaneció escondido durante seis semanas. Cuando fue localizado, le apresaron y le condujeron hasta Jerusalén. Allí, aunque él se declaró inocente, pues no se consideraba culpable de nada, fue condenado por insurrección y murió finalmente en la horca el 5 de noviembre.